Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

II Macabeos 9, 21-29

21 En cuanto a mí, me encuentro postrado sin fuerza en mi lecho, con
un amistoso recuerdo de vosotros. A mi vuelta de las regiones de
Persia,
contraje una molesta enfermedad y he considerado necesario preocuparme
de vuestra seguridad común.

22 No desespero de mi situación, antes bien tengo grandes esperanzas
de salir de esta enfermedad;

23 pero considerando que también mi padre, con ocasión de salir a
campaña hacia las regiones altas, designó su futuro sucesor,

24 para que, si ocurría algo sorprendente o si llegaba alguna noticia
desagradable, los habitantes de las provincias no se perturbaran, por saber
ya a quién quedaba confiado el gobierno;

25 dándome cuenta además de que los soberanos de alrededor,
vecinos al reino, acechan las oportunidades y aguardan lo que pueda
suceder, he nombrado rey a mi hijo Antíoco, a quien muchas veces, al
recorrer las satrapías altas, os he confiado y recomendado a gran parte de
vosotros. A él le he escrito lo que sigue.

26 Por tanto os exhorto y ruego que acordándoos de los beneficios
recibidos en común y en particular, guardéis cada uno también con mi hijo
la benevolencia que tenéis hacia mí.

27 Pues estoy seguro de que él, realizando con moderación y
humanidad mis proyectos, se entenderá bien con vosotros.»

28 Así pues, aquel asesino y blasfemo, sufriendo los peores
padecimientos, como los había hecho padecer a otros, terminó la vida
en
tierra extranjera, entre montañas, en el más lamentable infortunio.

29 Filipo, su compañero, trasladaba su cuerpo; mas, por temor al hijo
de Antíoco, se retiró a Egipto, junto a Tolomeo Filométor.